Los cuatro ciclos de mercado pueden ayudarte a encontrar grandes oportunidades de inversión y por esto, conocerlos te dará una ventaja competitiva en tu operativa.
Como inversionista, te vas a enfrentar a diferentes momentos en los que la economía te pondrá a prueba. Por ejemplo, coyunturas de expansión, consolidación, contracción y recesión. Habrá etapas de crecimiento donde los precios aumentarán, otros en los que bajarán. Sobre esto te hablaré en esta ocasión.
Sigue leyendo y descubre qué son los ciclos de mercado y cuáles son sus cuatro fases.
¿Qué son los ciclos de mercado?
En la economía, existen los ciclos económicos, estos son los comportamientos que toman los mercados en un periodo de tiempo determinado, por ejemplo, hay periodos de expansión monetaria, recesión o consolidación. Por lo tanto, los ciclos de mercado existen porque hay ciclos en la economía.
Los ciclos de mercado son las tendencias o patrones que determinan el movimiento y precio de los activos financieros. Estas tendencias se forman en un periodo de tiempo y se representan entre dos puntos de precio, uno máximo y mínimo. Por lo tanto, el precio de un activo se mueve por medio de los ciclos de mercado, los cuales pueden ser alcistas, bajistas o consolidados.
La duración de los ciclos de mercado depende del instrumento financiero que comercialices y del periodo de tiempo que lo operes, por ejemplo, los traders pueden operar en minutos, horas o días. Mientras que los inversionistas del largo plazo pueden tener contemplando ciclos de mercado de meses o años. También, va de acuerdo al estado de la economía.
Por lo general, las razones por las que se mueven los ciclos de mercado son factores macroeconómicos como recesiones, coyunturas inflacionarias, aumentos en las tasas de interés, periodos de crecimiento y auge económico. Por ejemplo, una época de expansión monetaria puede derivar en crecimiento económico, por ende, tendencias alcistas y aumento de compradores, mientras tanto, en una recesión, suele haber tendencias bajistas y aumentan los vendedores.
Cuatro fases de los ciclos de mercado:
Ya sea cualquier mercado o activo financiero que operes, todos los mercados presentan las mismas características y fases de los ciclos de mercado. Esto quiere decir que suben, se consolidan y bajan, una vez terminan las etapas, inicia un nuevo ciclo.
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Ahora sí, es momento de conocer las cuatro fases de los ciclos de mercado:
1. Expansión y recuperación
Este es el punto de partida de un nuevo ciclo de mercado. Suele ocurrir después de una recesión o una fase de contracción económica, cuando los gobiernos y bancos centrales intervienen para estimular el crecimiento. Para lograrlo, implementan políticas monetarias y fiscales expansivas, lo que implica bajar las tasas de interés, aumentar el gasto público e incentivar el crédito y la inversión. Como resultado, las empresas comienzan a recuperarse, la actividad económica se reactiva y el mercado laboral mejora.
En términos de inversión, esta fase se caracteriza por un sentimiento de optimismo. Los precios de las acciones empiezan a subir porque los inversionistas anticipan una mayor rentabilidad empresarial en el futuro. La demanda de activos financieros aumenta, generando una tendencia alcista con mínimos y máximos más altos. Los mercados de renta variable, como las acciones, se convierten en una opción atractiva debido a la reducción de riesgos y al crecimiento proyectado.
Los inversionistas también tienden a ser más agresivos en esta etapa, buscando oportunidades con mayor rendimiento. El entusiasmo es palpable, y la euforia del mercado puede llevar a una subestimación del riesgo. Sin embargo, es un periodo en el que las oportunidades abundan, especialmente en acciones de empresas con fundamentos sólidos y potencial de crecimiento.
Además, la baja en las tasas de interés no solo beneficia a las acciones, sino también a los bonos, que pueden ofrecer rendimientos interesantes. La clave en esta fase es aprovechar el momento alcista y prepararse para los cambios que vendrán.
2. Pico y consolidación
Tras la expansión viene el pico del ciclo, un momento en el que la economía sigue en crecimiento, pero con señales de desaceleración. En esta fase, las políticas de estímulo empiezan a reducirse o se vuelven menos efectivas, ya que la demanda sigue fuerte, pero los precios de los activos financieros han subido demasiado, alejándose de su valor real.
Aquí, el mercado entra en una fase de consolidación, caracterizada por una menor volatilidad y precios que tienden a moverse de manera lateral. Esto significa que el impulso alcista pierde fuerza, y los inversionistas comienzan a actuar con mayor cautela. La euforia se transforma en prudencia y, en muchos casos, los más experimentados empiezan a reducir sus posiciones o a diversificar en activos más seguros.
Una de las señales clave en esta etapa es la sobrevaloración de ciertos activos. Cuando los precios han subido demasiado rápido sin fundamentos sólidos que los respalden, existe un riesgo latente de corrección. Es por eso que algunos inversionistas comienzan a rotar su capital hacia activos de menor riesgo, como bonos gubernamentales o commodities.
En este periodo, es importante evaluar si los activos que posees aún tienen margen de crecimiento o si han alcanzado un punto de saturación. También es un momento en el que los analistas financieros y los medios comienzan a debatir sobre una posible burbuja o sobre señales de recesión. Aunque la volatilidad aún no es elevada, empiezan a surgir indicios de un cambio en la tendencia.
3. Contracción
Cuando el ciclo cambia de dirección, la economía entra en una fase de contracción. En este punto, los datos económicos comienzan a deteriorarse: el crecimiento del PIB se desacelera, el consumo disminuye, las tasas de desempleo aumentan y la inflación puede volverse un problema. Los bancos centrales, en respuesta, optan por subir las tasas de interés para frenar la inflación, lo que encarece el crédito y desincentiva la inversión.
El mercado de valores, que anteriormente era estable, se vuelve volátil. La incertidumbre domina el sentimiento de los inversionistas, lo que provoca una venta masiva de activos de riesgo. Muchos inversionistas, especialmente aquellos que entraron al mercado en la fase de euforia, empiezan a liquidar sus posiciones para evitar mayores pérdidas. Esto provoca una caída en los precios de las acciones, aunque algunas empresas con modelos de negocio sólidos logran mantenerse relativamente estables.
En esta fase, la aversión al riesgo se incrementa. Los inversionistas buscan refugio en activos considerados más seguros, como bonos del gobierno, el oro o incluso el efectivo. La renta fija se convierte en una opción más atractiva, ya que ofrece estabilidad en un entorno incierto.
Para los traders e inversionistas experimentados, este ciclo puede ser una oportunidad para realizar estrategias de cobertura, como la venta en corto o el uso de derivados para proteger sus carteras. Sin embargo, para el inversor promedio, es un periodo complicado, en el que la paciencia y la gestión del riesgo juegan un papel fundamental.
4. Mercado bajista y recesión
Cuando la contracción económica se prolonga, se entra en una fase de mercado bajista, también conocida como «bear market». En este punto, el pesimismo predomina y la recesión se hace evidente. La inflación y las tasas de interés siguen altas, el crecimiento económico es nulo o incluso negativo, y el consumo sigue cayendo. Muchas empresas recortan costos, disminuyen sus inversiones y algunas incluso quiebran.
El pánico y la incertidumbre se apoderan del mercado, lo que provoca caídas abruptas en los precios de las acciones. La oferta de vendedores supera por mucho a la demanda de compradores, profundizando la tendencia bajista. En este entorno, los inversionistas institucionales y los fondos de inversión suelen mantener posturas defensivas, mientras que los pequeños inversionistas, dominados por el miedo, tienden a vender con pérdidas.
Sin embargo, dentro del caos también surgen oportunidades. A medida que los precios de los activos caen, algunos inversionistas con visión de largo plazo comienzan a ver esta etapa como un momento ideal para acumular acciones de empresas sólidas a precios de descuento. La clave aquí es identificar cuáles empresas tienen la capacidad de resistir la crisis y cuáles podrían no sobrevivir.
Esta es la fase más difícil del ciclo, pero también la más importante. Eventualmente, los mercados tocan fondo y se empieza a gestar una nueva recuperación. La historia ha demostrado que tras cada crisis viene una expansión, y quienes logran resistir el periodo bajista suelen beneficiarse cuando el ciclo vuelve a iniciar.
¿Cuál es el mejor momento para invertir en los ciclos de mercado?
Como ya habrás notado, cada fase del ciclo de mercado ofrece oportunidades para invertir, pero no todas presentan el mismo nivel de riesgo y rentabilidad. Aunque siempre es posible encontrar activos con potencial, hay momentos en los que el entorno económico y las condiciones del mercado favorecen más ciertas estrategias de inversión. Identificar estos puntos clave puede marcar la diferencia entre una inversión exitosa y una que requiera mayor paciencia para dar frutos.
Si hablamos de los mejores momentos para invertir, la fase de expansión y recuperación suele ser la más atractiva para quienes buscan crecimiento y rentabilidad a mediano y largo plazo. En esta etapa, las políticas económicas son expansivas, lo que implica tasas de interés bajas, mayor liquidez y un entorno favorable para el crecimiento empresarial. Este panorama genera optimismo en el mercado de valores, impulsando una tendencia alcista en los precios de las acciones. Los inversionistas, motivados por la confianza en la recuperación económica, inyectan más capital en los mercados, lo que aumenta las oportunidades de obtener rendimientos positivos.
Durante esta fase, invertir en empresas de crecimiento es una estrategia común. Sectores como la tecnología, las fintech y los bancos suelen beneficiarse de la recuperación económica, ya que reciben más inversión y pueden expandir sus operaciones. Las empresas emergentes con modelos de negocio innovadores también pueden ofrecer oportunidades atractivas, aunque con un nivel de riesgo más elevado. En este punto, los inversionistas con una visión estratégica aprovechan para entrar en el mercado antes de que las valoraciones alcancen su punto máximo.
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